21.2.15

Sin piedad

Era tan linda que dolía.
Era linda como
un halcón
devorando en pleno vuelo
a una golondrina.
Linda como la mordida de un tigre.
Era linda como cuando, en otoño,
los árboles dejan morir a sus hojas,
liberándolas para que caigan
hacia el suelo frío,
desamparadas,
presas del viento.
A la deriva.
Si, era exactamente eso,
era así de linda.
Despiadadamente linda.