Laberinto

Caminé tu circunloquio
intentando llegar al centro
de tu discurso rebuscado.
Me tropecé con tus muletillas,
me mareé en tus pausas.
A mitad de camino
me perdí.
Vi que me faltaba para llegar al punto
y seguí caminando, desorientado.
Vos ya habías llegado;
yo apenas estaba empezando
a reconocer el laberinto.

Ideal

Me quedé con tu parte mejor.
Creo que te la robé,
porque ya no la tenés.
Cambiaste,
eso que te hacía perfecta
hoy te falta.
Y está en mí.

Me quedé con tu parte mejor.
Voy a tomarla y hacerla mía,
hacerla propia.
Y cuando lo logre
voy a poder decir
que ya no te necesito.

Máquina

El más mínimo gesto,
el más mínimo detalle,
alcanza para poner en marcha
la máquina cuya materia prima
es la imaginación.
La máquina moldea y modela,
talla, esculpe;
la producción es variada:
un par de ojos despertando,
un vestido que cae,
un abrazo de las pieles,
o una tarde
de mate amargo.

Vigilia

Capaz,
si cerrás muy fuerte los ojos,
te despiertes al abrirlos.

Porque,
todo aparenta normal, pero
¿quién te garantiza
que no estés soñando?

Simple

¿Cómo pretenden ustedes
que no me enamore
si me sonríe
así?

Polivalente

¿Cuántas hay como vos?
No digo en el mundo,
sino ahí, adentro tuyo.
¿Cuántas te habitan?
¿En qué orden salen?
¿A cual no dejás salir?

Invasores

Vienen por mí, lo sé. Lo siento en cada fibra de mi cuerpo. Estuve tan ensimismado jugando mi juego que no me percaté del caos que yo mismo estaba provocando. Ahora ya es muy tarde, supongo.
Sólo Dios sabe lo que harán conmigo, a dónde me llevarán. ¿Dios? No. No creo que exista tal cosa. Si ese sujeto existiera no dejaría que esto pase. No hay nada que hacer: Vienen por mí.
Cada gota de mi sangre se vuelve gélida cuando los siento subir la escalera. En cuestión de segundos estarán aquí. Por un instante creo que ha llegado el fin, pero la ventana abierta me da una peligrosa idea. Jamás me he aventurado solo al exterior. Jamás, en los ya tres años y medio que llevo habitando este horrible planeta; pero escapar es mi única opción.
Tomo algunos bloques y los apilo bajo la ventana. Ágilmente escalo esa montaña que me lleva hacia la libertad y cruzo el umbral. De pronto, estoy afuera. Estoy libre.

La puerta de la habitación se abre.
-Pero, che... ¡Mateo, vení ya mismo a ordenar estos juguetes! -Gritó, hastiada, la madre del pequeño, quien, para estas alturas, estaba ya muy lejos de allí.

Dérmico Mnémico

Más a menudo que siempre
sucede que la piel recuerda y se estremece,
haciendo danzar a los miles de pelitos que en ella habitan.

Un abrazo, un raspón, el calor de ese día de Sol, una caricia, el corte con papel de aquél viejo libro.
Ese libro, hoy,
me cuenta dos historias.

Reencarnaciones

Somos los que se fueron,
en sus formas y sus gestos.
Somos en sus gustos y su andar,
en una sonrisa, en un viejo acordeón.

Somos un tango que suena
a pesar de años de silencio.
Somos una prolongación de otra existencia.

Somos lo que otros fueron,
y otros serán,
algún día,
lo que hoy somos.

No llames a la ambulancia.
No todavía.
No me quiero ir así.
No todavía.

Reclamo

Vengo a devolver un producto.
Sí, es que me ofrecieron una cosa y cuando lo compré, ¡resulta que no se parecía en nada al anuncio!
¡Me vendieron un buzón, viejo!
Ya sé que usted no tiene nada que ver, señorita, pero entiendamé. Resulta que uno se cree todas las mentiras que le dicen, y al final ella no estaba lista para una relación, y uno se come un garrón que... ¿Eh? ¡No! Digo, ¡que ni garantía tenía!

El ángel de la plaza de Carapachay

El ángel de la plaza de Carapachay
observa a los transeúntes.
Su presencia de hierro no parece inmutarlos,
o tal vez sea
que ha estado ahí desde hace
quién sabe cuántos años.

El ángel de la plaza de Carapachay
tiene memoria.
Me ha visto pasar
con una sonrisa impresa en la cara,
con lágrimas en los ojos.

El ángel de la plaza de Carapachay
aguarda, silente.
Algún día saldrá de su estático reposo,
desplegando las alas oxidadas.
Mientras tanto,
observa.

No quiero dejar

No quiero dejar de cantar.
No quiero dejar de sentir.
No quiero dejar de amar,
de jugar,
de crecer
y renacer,
de recordar
y olvidar.
No quiero dejar de apostar.
No quiero dejar
de ser
yo.

Odio

Cada vez odio más...

No, termina ahí.
Cada vez odio más.

Ensayo sobre la Armonía

Un Fa Mayor para el asombro
y la aventura.
Un verano en tonalidad de Do Mayor,
con Sol dominante.

Al niño interior se lo recuerda
en Mi menor.
O en Re menor, cuando se llega a la vejez.

En La Mayor suena el Amor.
Se modula a La Sostenido, para que dure.
Cuando termina, suena un Si disminuido.

Palosanto

Tenías miedo
de que cuando el mate de palosanto
se rompiera,
se rompiera, con él, el amor.
El mate, apenas rajado,
duró media eternidad.
Nosotros nos rompimos antes.

Reflexión en cinco noches

1. Estoy empezando a creer
que todas las veces que hablamos
fueron, en realidad, parte de un sueño.
Postulo, de ese modo,
que nunca tuvimos una conversación real,
que esta relación es puramente onírica.

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2.  La coraza es mucho mas efectiva
para evitar que las cosas salgan
que para detener a las que entran.
Los daños colaterales también existen.

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3. El sueño antes mencionado no es compartido.
Es sólo mío, lo que hace todo análisis
aún mas difícil.
Pero lo más difícil de todo
es despertarse.
No se si estoy listo para dejar de soñar
este sueño.

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4. La distracción parece ser
la mejor solución.
Con menos efectos secundarios adversos
que la coraza, en el corto plazo,
uno posterga lo nefasto de despertar.
Eso si,
a la larga puede ser peor.
Distraerse es engañarse.

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5. Tarde o temprano hay que despertar.
De todo.
Liberarse de todo engaño.
Nada es tan bueno, ni tan malo,
como se lo cree.
Para ver la verdad, hay que mirar
con los ojos tan abiertos como se pueda.
Correr la cortina del sueño.
Y todo
a su debido tiempo.

.

Un trofeo de cuarzo.

Una muñeca de porcelana

preservada en una caja de cristal,

impoluta.

Sus cicatrices no eran profundas.

Más princesa que guerrera.

Más brisa que Sudestada.

Una obra maestra,

a la cual su compositor

nunca le permitió sonar.

Oculta en su partitura

jamás pudo deleitar mis oídos.

Piedra

Quiero ser de piedra
y no sentir
nada.

Acaso importe

¿Importa, acaso,
que yo sea?
¿Importa, acaso
que yo piense,
que opine,
que escriba?

¿Importó, acaso,
que yo también
sienta?

Alto

Era un señor más alto que una jirafa.
Y que el Obelisco.
Juntos.

Era tan alto
que usaba el Aconcagua de banquito
para sentarse a tomar mate.

Su cabeza, que estaba altísima,
llegaba al espacio.
Un día conoció a un extraterrestre
que se llamaba José.
Tenía un kiosco de diarios en Saturno.

Voces a veces

Oigo voces.
No, oigo no.
Recuerdo voces.
Todas las voces.

Voces que fui recopilando
en este tiempo que llevo acá.
Todas quedan grabadas.
Algunas que siguen conmigo.
Algunas que ya se fueron.

Tengo guardadas
voces agudas,
voces graves,
voces alegres,
voces tristes -tristísimas-,
voces enojadas.
Enojadísimas.

Hay voces que reclaman,
voces que aman.
Voces que calman
y voces que inquietan.

Recuerdo todas las voces.
A veces es agradable.
A veces duele.

Abanico

Quiero ser soga, ser red.
Quiero ser atril y transporte.
Quiero ser tesoro
y quiero ser guardián.

Quiero ser Voz y ser Paz.
Quiero ser más.

Quiero ser guía, quiero ser guiado.
Quiero ser compañía.
Quiero ser vacío para ser llenado.
Quiero ser pleno para llenarte.
Quiero ser parte de tu circunstancia
como vos sos parte de la mía.

Bosque

Docenas. Cientos.
Miles de mariposas en enjambre
flotando sobre la ladera norte de aquel cerro
y perdiéndose entre dos inmensos soles negros.
Más allá, al sur, una luna en cuarto creciente brilla, hermosa.
Ilumina el bosque. Su luz será eterna.

Contingente

Vos, vos.
Y yo, yo.
Todo perfecto.

Incógnito

Me escondo para que no me veas.
Me oculto en las sombras, me disfrazo de otros.
Aprendí a hablar en otros idiomas
y a caminar sin hacer ruido para poder escabullirme.
Huyo constantemente.

Y es en vano.
Siempre todo sale a la luz

Pasajero

Recién llovió ocho segundos.
Fueron unos lindos ocho segundos.
Esos ocho segundos alcanzaron para mojarme hasta las tripas,
dejándome cansado como cuando uno ha aguantado mucho tiempo
bajo un diluvio.
Y, sin embargo, no fue más que una llovizna. Una llovizna intensa.
Pero ahora paró. Y empiezo a secarme.
Tal vez, y con un poco de suerte, la llovizna vuelva a caer.
Y me empape una vez más.
Intentaré resistir la tentación de danzar para invocarla.

La importancia de considerar los riesgos

Cerré los ojos y elegí con la intuición.
Convencido de la elección, emprendí un viaje.

Salté al vacío sin más compañía que el corazón,
que perdió la vida al tocar el suelo. Una escena dantesca. 

Puse las manos en el fuego sin dudarlo. Temerosas, se consumieron por completo en el calor de esa llama. No las oí gritar.

Con los codos me sequé las lágrimas, y seguí caminando,
siempre hacia adelante.

Esquina

Me hubiera quedado dos eternidades
parado en esa esquina.
Inmóvil. Calmo. Seguro.
Etéreo.
Hundido en su pecho.
Fundido en sus brazos.
Me hubiera quedado hasta echar raíces
en esa despedida sin tiempo.

Amanece

¿Qué trae el Sol en sus rayos?
Salís a la calle y la luz toca tu piel. Sos nueva.
Danzás convertida en luna, radiante.

Se pierde la rutina en un haz de luz invisible,
y la mañana transcurre en tu pelo y en tus mejillas.
¿Qué misterios habrá detrás del Sol?

De lo que fue y ya no será

Fue mi guía, fue Luz.
Una bocanada de aire puro entre tanto humo negro.
Fue mi soporte y fue mi bandera.

Fue la Razón. Fue Paz, fue Comprensión. Fé. Amor.
Fue el fuego que devoró a Roma y el océano que sepultó a la Atlántida.
Fue mi Compañera.

Cada una de esas cosas,
y todo lo que hoy me falta.
Eso fue.

Crecer

Lo mejor que le pudo haber pasado, fue salir de ese lugar. ¿Qué era? ¿Una zanja, un pozo? Nada de eso.
Había sido su refugio. Su abrigo. El lugar donde halló reparo del frío de ahí afuera, donde proliferan los odios y las soledades.
Había sido eso, y más. Pero ya no era nada. Ahora era un hueco aún más grande que el de su pecho, herida de una guerra que había perdido, sin enterarse, antes de la primera batalla.
Caminó por lo gris, volteando a menudo a ver lo azul que dejaba atrás. Más allá de donde los ojos podían ver y las manos no alcanzan.
Pero sucede que a veces las cosas no salen como uno espera. Y eso era algo que él no sabía.
Cuando estaba por darse por vencido, llegó.

Consejo

Cuando todo esté bien, cantá.
Cuando las cosas te salgan mal, cantá.
Cuando esté nublado, cantá.
Cuando el Sol brille, o llueva a cántaros, o si estás triste, lejos de casa, en una montaña, rodeado de amigos, volando...
Tomá aire. Cerrá los ojos. Y cantá.

Acá estamos

Acá estamos, entregándonos en Mente, Cuerpo y Alma.
Acá estamos, construyendo sobre la Nada. Acorde a acorde. Palabra a palabra.
Acá estamos, combatiendo el Dolor con Calor.
Por Nosotros y por los Otros. Por Todos.
Acá estamos, porque este mundo ya fue de Ellos mucho tiempo, y hoy nos pertenece.
Porque es hora de escuchar y hacernos escuchar.
Acá estamos.
Y cuando llegue el día en que nosotros ya no estemos,
otros, quizás más y más fuertes, tomarán nuestro lugar.
Y todo será Nuestro.