27.12.11

4 Años

Con el tiempo uno se acostumbra a escuchar la puerta de la casa del fondo, a los pasos en el patio, al movimiento en la cocina. Uno se acostumbra a la ausencia.
El primer año no me daba cuenta de la ausencia sino cuando veía que cuando la puerta se abría, la que salía no era ella. Para mí seguía acá.
Y de hecho, sigue acá. Está acá cada vez que me acuerdo de ella. Cada vez que me acuerdo de cómo era mi vida antes de los 16 años, porque en esa vida, ella estaba acá.
Hoy se cumplen 4 años sin mi abuela. Hoy hace 4 años que extraño a alguien.


 La foto SÍ tiene que ver...



11.12.11

La verdad sobre Gregorio Samsa

Las cucarachas son seres indestructibles. Sí, es cierto que una pisada alcanza para terminar su vida,  pero sacando eso, son resistentes a condiciones de vida extremas.
Son resistentes a altas dosis de radiación, pueden sobrevivir varios días sin la cabeza (terminan muriendo por no comer), pueden sobrevivir más de un mes sin agua (pueden absorber la humedad del ambiente a través de su cuerpo). Son pseudo-inmortales. Y la inmortalidad, es un castigo.
Imaginá que pase el tiempo, que todo cambie, y vos no podés morir. Al principio está bueno, qué se yo. Pero en algún momento aburre.

Cuenta la leyenda que desde la aparición del hombre, las cucarachas se convirtieron en un instrumento del karma.
La inmortalidad propia de las cucarachas fue utilizada por el Universo para castigar después de su muerte al ser humano que en vida había obrado incorrectamente. Éste reencarnaba, renacía en el cuerpo de una cucaracha, y estaba obligado a vagar por el mundo como un ser casi eterno. Teniendo prácticamente negada la posibilidad de morir por causas naturales, no le quedaba otra opción más que intentar acortar su existencia en el mundo, lo que llevó a las cucarachas a ser insectos hogareños. "Invadir" las casas de los hombres los acercaba más al fin de su castigo: ¿Quién no mató a una cucaracha que encontró en su casa?

9.12.11

Esperadores

Me intriga la gente que se sienta en las estaciones de trenes y no se sube a ninguno. Estaciones de trenes, de subtes, paradas de bondis... Siempre hay alguien que está ahí, inmovil, mirada perdida, inmutable.
Pienso que deben esperar a alguien. O algo. Que pase algo. O capaz esperan tomar un determinado tren, el de las 19:42, por ejemplo. Y en ese mismo tren viaja la mina que los vuelve locos. O el tipo que a principio de año les sonrió y no se animó a hablarles. O nada más esperan el que sigue porque viene más vacío. O más lleno, para tener un poco más de compañía en la vuelta a casa. Cuanto más gente, más anécdotas.

No sé. Nunca me quedé a ver qué es lo que hacen ahí. Qué terminan haciendo. Cómo termina la historia. Creo que un día lo voy a hacer. Y ese día, voy a ser un esperador más.