21.3.12

Le petit renard

Como un zorro.
Como una rosa.
Cuatro insignificantes espinas contra el mundo, y aún así, con la fuerza para someter a un príncipe.
Cuesta tan poco ser domesticado. Sólo hay que apegarse a los ritos.

¿Se puede morir por una rosa?
Por supuesto que sí. Puesto que ella es mi rosa.
¿Se puede llorar por un zorro?
Por supuesto que sí. Ahora es único en el mundo.

A veces domesticamos.
Y a veces se nos domestica.
¡En la Tierra se ven toda clase de cosas...!