Era un señor más alto que una jirafa.
Y que el Obelisco.
Juntos.
Era tan alto
que usaba el Aconcagua de banquito
para sentarse a tomar mate.
Su cabeza, que estaba altísima,
llegaba al espacio.
Un día conoció a un extraterrestre
que se llamaba José.
Tenía un kiosco de diarios en Saturno.