Una muñeca de porcelana
preservada en una caja de cristal,
impoluta.
Sus cicatrices no eran profundas.
Más princesa que guerrera.
Más brisa que Sudestada.
Una obra maestra,
a la cual su compositor
nunca le permitió sonar.
Oculta en su partitura
jamás pudo deleitar mis oídos.