-¿Cuanto falta? -Preguntó Sofía.
-Un rato, quedate quieta. -Ordenó su madre.
Estaban sentadas en un asiento doble, de los que "viajan de espaldas", cerca de la puerta de ascenso al colectivo. Los asientos de mas adelante estaban todos ocupados por ancianas, por lo que la mamá de Sofía le cedió su asiento a una señora mayor que acababa de subir.
Sentada al lado de Sofía, la señora sacó de su cartera un espejito, y mirando a la nena le dijo, sonriente: -Este espejo es mágico, ¿sabés? Si vos te mirás en él, te muestra como vas a ser de grande.
Asombrada, Sofía tomó rápidamente el espejo y buscó su reflejo. Sus manos temblaron cuando la imagen que éste le devolvió fue la cara de la anciana que hasta hacía instantes había estado sentada a su lado, y que ahora la miraba desde la vereda, mientras el colectivo se alejaba.